La decisión abarca a cinco áreas protegidas andino-patagónicas como respuesta a las condiciones meteorológicas actuales y proyectadas para la temporada estival en la región y sus riesgos asociados; con un enfoque especial en la conservación de los bosques andino-patagónicos, y en la protección de la biodiversidad vinculada a estos ecosistemas únicos, que se pierden con cada incendio forestal.