Con una simple firma en un DNU borran miles de sonrisas - Escribe Senadora García Larraburu

La noticia del inminente cierre de la Unidad Turística Chapadmalal produce una profunda tristeza y deja en evidencia esa constante intención de algunos gobiernos nacionales de descontinuar políticas de Estado que llenan de felicidad a los Argentinos y Argentinas del interior profundo de nuestra patria.

El turismo social permitió que más de cinco mil jóvenes y adultos mayores de los barrios más humildes de Bariloche y de nuestra querida Línea Sur pudieran por primera vez conocer el mar y sentir esa sensación de poder viajar entre amigos y compañeros de escuelas y centros de jubilados.

Por más de 14 años pude gestionar estos viajes, en el 2010, pudieron viajar 590 chicos y eso fue solo el inicio, en el 2013 viajaron más de 35 establecimientos, con un número de más de 4500 alumnos, que pudieron acceder a estas enriquecedoras experiencias y todos los años siguientes pudimos gestionar para que ellos cumplieran ese sueño.

Con el Peronismo nació para los más humildes la posibilidad de conocer las playas u otros lugares turísticos, las vacaciones pagas pasaron a ser un derecho, incluidas en la incipiente legislación laboral, que comenzaba a tomar forma 
en el derecho argentino. Las políticas inclusivas eran una realidad. 

Los primeros antecedentes de turismo social en el país se iniciaron en 1930, cuando organizaciones cristianas y laicas, empresas ferroviarias y sindicatos comenzaron a reproducir las iniciativas que se estaban desarrollado en Europa. 
El Primer Peronismo extiende estas acciones al conjunto del territorio nacional a partir de un sistema estatal de colonias de vacaciones, que incluyó las unidades de Embalse (Córdoba) y Chapadmalal (Mar del Plata). Ambas se 
convirtieron en los principales complejos destinados a las vacaciones de los sectores más humildes.

Nuestra terminal de San Carlos de Bariloche como tantas otras a lo largo y ancho del país, fueron testigo fieles de miles y miles de personas que salieron hacia esos rumbos con la ilusión y la alegría de conocer en muchos casos por primera vez el mar, como lo manifestaron abuelos y jóvenes sentados en los micros de larga distancia en los que la felicidad se veía reflejada en esos rostros. Una caravana de expectativas y sueños iban pasando por ciudades y 
pueblos para llegar a ese destino, el mar argentino, tantas veces conocido y visitado por tantos y tan lejano para muchos otros.

Hoy con la poca visión y la clara intención de ajustar sobre los que menos tienen también se va por lo logrado en otros tiempos, y se deja con una simple firma de un decreto de necesidad y urgencia sin esa posibilidad no solamente 
de poder viajar sino de conocer más las riquezas de nuestro suelo argentino. 

Una decisión que me llena de tristeza.

Despacho Senadora García Larraburu

nestor