Democracia Devaluada - Escribe Jorge Vallaza

La baja participación electoral genera un peligroso círculo vicioso donde cada vez menos gente vota mayoritariamente un modelo anti Estado y anti política.

La última elección en CABA mostró que sólo la mitad de la gente fue a votar ( sumando los votos en blanco) , lo que estaría reflejando- no un apoyo al candidato de Milei – sino  un gran descreímiento de la mitad de la población que ni siquiera fue a votar: esta desesperanza en relación a la eficacia de la política como medio para mejorar su calidad de vida también se reflejó en el gran ausentismo que tuvieron otras elecciones provinciales que se desarrollaron en el presente año.

En CABA , el candidato más votado tuvo el apoyo de 3 de cada 20 porteños empadronados. El resto de los candidatos fue votado por sólo el 7 de cada 20 votantes, y 10 de cada 20 de las personas habilitadas , no fueron o votaron en blanco.

Si aplicamos el mismo razonamiento en la última elección a Presidente, a Milei lo votan un poquito más de 4 de cada 10 , ya que en el cómputo final se cuentan sólo los votos positivos, lo que deriva que entre quienes no concurrieron a las urnas, más los blancos y nulos; hay aproximadamente 6 de cada 10 personas que no lo votaron.

Estas elucubraciones matemáticas simplemente tienen como objetivo poner en cuestión la idea sobre el supuesto «apoyo popular mayoritario» que tuvo o  tiene la actual gestión libertaria. 
Actualmente en nuestro país, se  presentan  2  proyectos en pugna – aún con evidentes matices intermedios.

Por un lado, un modelo  que plantea la necesidad de un Estado fuerte y  activo,  regulador de las inequidades que produce la lógica del «mercado» del sistema capitalista . Promueven una mejor distribución de la riqueza, basada en la defensa de la industria nacional , la promoción del empleo, y garantizar desde las políticas públicas el acceso a la vivienda , a la salud y a la Educación Pública, etc  .

En el otro extremo, se contrapone un modelo que impulsa el achicamiento del Estado y  propone las políticas ecónómicas  del liberalismo como patrón;  una especie de «neodarwinismo social», donde sobrevivan quienes tengan más recursos de poder y más capital económico. Proclaman  una meritocracia que es objetivamente mentirosa – más allá que siempre exista una excepción que confirma la regla- ya que la gran mayoría de los más ricos de la Argentina lo son por herencia y no por mérito propio.
Defienden además una supuesta «igualdad de oportunidades » , lo que no tiene mucho sentido si existe una desigualdad de condiciones que hacen que algunos compitan en la «carrera de la vida» con un fórmula uno, y otros lo hagan en un monopatín.

A la vez, se podría afirmar que el sistema democrático – por lo menos en sus enunciados teóricos- pretende generar  una sociedad más justa e igualitaria; lo que implicaría que una democracia verdadera no sólo suponga elegir a sus gobernantes cada 2 años, sino que además posibilite cierto acceso a determinados derechos como la tierra , la vivienda, el trabajo, la Salud , la Educación, etc…

En nuestras sociedades capitalistas es indispensable el rol del Estado para regular las inequidades que genera la ley del mercado, ya que determinados derechos básicos que promueve nuestra Constitución, no pueden convertirse en meras  mercancías al mejor postor, ni los ciudadanos en simples consumidores.
Sin embargo , hay una creciente tendencia en nuestra población a descreer que esa democracia «formal» que supone ir a votar cada tanto, pueda devenir en una democracia «real»; motor de una mayor movilidad y equidad social.

Volviendo a las recientes elecciones en CABA;  se observa  que en la mayoría de las comunas de la zona sur  gana la fuerza progresista que lidera Leandro Santoro, mientras que en  los barrios más al norte- donde viven las familias con mejor situación económica – arrasa la Libertad Avanza ,coptando a gran parte del que fuera electorado del Pro. Junto a este dato, el mayor ausentismo de votantes es en las comunas del Sur, donde paradójicamente sus  habitantes son quienes más necesitan del Estado presente y activo que incluye la propuesta de Santoro, mientras que la mayor participación cívica se concentra en la zona donde gana Adorni, quien propone la motosierra y el retiro del Estado y de las Políticas Públicas universales.

La conclusión es bastante tétrica: ganan la elección -a través de los mecanismos formales de la democracia, como es el ir a votar- quienes proponen un sistema con menos Estado, lo que supone que impere la ley del mercado, y por lo tanto, menos democracia real..

Una gran parte de responsabilidad sobre esta situación la tienen quienes representan fuerzas progresistas, ya que suelen tener un discurso que frecuentemente no coincide en su estilo de vida y privilegios. Sería el tema de  famosa «casta» que tanto utiliza como argumento Milei, y parecería darle rédito.

Si en el futuro aumentara esta tendencia creciente de baja participación electoral, se estaría generando un peligroso círculo vicioso donde cada vez menos gente vaya a votar mayoritariamente un modelo anti Estado y anti Política, utilizando nada más y nada menos que el medio más importante y más sagrado de la actividad política y del Estado democrático: el voto popular .

A los gobernantes los elegirían tremendas minorías, que se transformarían en abrumadoras mayorías– medios hegemónicos mediante- que sólo son falsas mayorías porque en los porcentajes electorales se cuentan sólo los votos positivos, y quienes no van, votan en blanco o anulan, no existen en ese conteo.

El desafío de las fuerzas progresistas- militantes y dirigentes-  mucho más que intentar entender y/o convencer a quienes votan a Milei y sus seguidores que nos conducen a una sociedad más cruel, violenta y desigual; es darse cuenta que deben volver a enamorar y dar esperanza a los millones de personas que deciden ni siquiera ir a votar. No sólo con discursos y promesas – sino también con sus gestos y testimonios de vida – que demuestren que es posible construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria.

nestor