El peatón invisible: la otra cara de la seguridad vial en Bariloche

En una ciudad donde la nieve y el hielo imponen desafíos diarios, la prevención vial no solo es responsabilidad de los conductores. Los peatones también deben conocer los riesgos y adaptar su comportamiento para evitar accidentes.

Ser conductor y convivir con el resto del entorno en la vía pública puede ser una tarea agotadora en ciertas circunstancias. Las imprudencias, la falta de respeto por las normas de tránsito y las difíciles condiciones climáticas hacen que el tránsito en San Carlos de Bariloche sea un desafío constante. Sin embargo, mientras la prevención vial suele enfocarse en los conductores, hay un eslabón fundamental que muchas veces queda en segundo plano: el peatón.

Desde el área de Educación Vial de la Subsecretaría de Tránsito y Transporte de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche, se busca ampliar la conciencia vial, no solo para quienes conducen, sino también para quienes transitan la ciudad a pie. En un territorio donde muchas calles carecen de veredas y donde el hielo puede convertir cualquier camino en una trampa peligrosa, el rol del peatón en la prevención de accidentes es crucial.

Históricamente, las campañas viales han insistido en el uso del cinturón de seguridad, el respeto por los límites de velocidad y la prohibición de consumir alcohol al conducir. No obstante, la seguridad del peatón sigue siendo un tema menos abordado, a pesar de que en numerosas ocasiones está involucrado en siniestros viales. Cruzar la calle por esquinas y sendas peatonales es apenas el principio de una serie de medidas que pueden marcar la diferencia.

Caminar en sentido contrario a la circulación de vehículos, vestir ropa con detalles reflectivos que mejoren la visibilidad y utilizar calzado adecuado para la nieve y el hielo son algunas de las recomendaciones clave. Pequeños cambios en los hábitos cotidianos pueden reducir significativamente los riesgos, sobre todo en barrios donde la ausencia de veredas obliga a los peatones a compartir el espacio con los automóviles.

Otro factor a considerar es la acumulación de nieve en árboles, ramas y aleros. Estos montículos pueden desplomarse inesperadamente con el peso, convirtiéndose en peligros inminentes para quienes transitan debajo. A su vez, las condiciones de la calzada afectan la estabilidad de los vehículos, que pueden perder adherencia y salirse de control, poniendo en riesgo tanto a conductores como a peatones.

En un entorno con desafíos climáticos como el de Bariloche, la seguridad vial no es solo cuestión de señales de tránsito o normativas. Es un compromiso de todos. La educación vial, más allá de los automovilistas, debe abarcar a quienes caminan la ciudad y enfrentan riesgos invisibles día a día.

Prevenir no es solo una tarea de quienes están al volante. Es una responsabilidad compartida que, con conciencia y adaptación, puede salvar vidas en cada rincón de la ciudad.

nestor